Hace pocos días asistí en la fundación global a una charla sobre la lectura en la escuela, Escuela tejedora de lectores, allí la expositora hizo referencia a que hay cinco hilos que guían la actividad lectora, entre ellos citó la oralidad, la memoria, la intersubjetividad, intertextualidad, etc.
Ella nos comentaba que la palabra es silenciada muchas veces desde la escuela, eso me ha hecho pensar en mi rol de maestra. Si, he sido silenciada, estoy silenciada.
Los maestros y maestras en su gran mayoría estamos silenciados, le hemos entregado nuestra voz a un sindicato, a unos políticos, a un sistema. Lo que siente, padece, quiere o piensa un maestro o maestra sobre la educación, sobre la escuela se sabe por esos a quienes le hemos entregado nuestras voces.
Cuantas cosas pudieran ser diferentes en una escuela, en un sistema educativo si se consultara al maestro y la maestra, si le diéramos voz en este sistema democrático que tenemos. Si tan solo sonorizáramos la voz de los maestros y las maestras.
Hemos visto los problemas que han enfrentado los textos integrados, problemas con el SEMMA y estos han sido expuestos por periodistas, universidades, catedráticos, políticos, sindicalistas. Pero parece que a nadie le ha extrañado que el gran ausente en estos debates hayan sido precisamente los maestros y maestras, o sea los afectados. Quién sino un maestro puede decir por su vivencia diaria que tan buenos o malos sean los textos integrados? Quién si no un maestros puede narrar las peripecias que se viven en el semma para ser atendido por un especialista?
Nuestro currículo propicia sujetos libre, democrático, participativos, crítico y autocríticos. Cómo, me pregunto yo, una persona que no se siente libre de expresar su sentir puede ser capaz de fomentar estos valores en un niño o niña?
El maestro y la maestra dominicano deben recuperar su voz, perder el miedo, decir lo que siente, piensa, contribuir al cambio que queremos todos y todas, desde su espacio. Entonces qué democracia es esta donde una parte de los sujetos están esclavizado, (el silencio es parte de la esclavitud) con miedo a que se escuche su voz.
Vamos maestros, maestras, alcemos la voz, que nos escuchen, contemos que pasa en nuestras escuelas, rompamos el silencio!!!!
Persi R. Cuevas
Licenciada en Educación Básica.
